Mas vale una imagen que mil palabras, os muestro una foto en la que he utilizado como filtro una servilleta de cocina y he fumado con un cigarrillo convencional y luego he vapeado con mi cigarrillo electrónico. Sacad vuestras conclusiones.
No se si la prueba es o no muy científica, pero puedes hacerlo tú en casa, pon una servilleta entre un cigarrillo y tus labios y realiza 5 caladas. Seguidamente haz lo mismo, en otro lado de la servilleta con tu cigarrillo electrónico. Yo me he quedado de piedra!
No entiendo la crítica a la que está siendo sometido este producto por parte de algunas instituciones, más bien parece que va en contra de algunos intereses. ¿Os imagináis el dinero que pueden perder algunas empresas si el cigarro electrónico se implanta como alternativa? Me refiero a empresas tabacaleras, farmaceuticas, empresas relacionadas con el mundo oncológico…
Entremos un poco más en materia:
Los denominados cigarros electrónicos son dispositivos con forma de cigarrillo a batería que expulsan nicotina cuando son inhalados y buscan emular la experiencia de fumar. No emiten humo, sino que atomizan una sustancia que puede contener nicotina o sólo esencias, como menta, vainilla o manzana, emitiendo vapor similar en apariencia al humo del cigarro. Cuestan en torno a los 50 euros y necesitan recargas que cuestan entre 6 y 8 euros. Precios de www.cigarroselectronicos.com
Es cierto que no existen pruebas de su inocuidad para quien lo usa (ojo, sí existen pruebas de su inocuidad para quienes rodean a quien lo usa), pero tampoco existe ninguna prueba que diga que es peligroso (o que no sea comparable a otros productos que se venden como inocuos, tales como parches y chicles de nicotina, como les relataré a continuación). Por tanto, en honor a la verdad, no se puede afirmar ninguna de las dos cosas. Si hubiese que afirmar algo, sería que son al menos tan inocuos como esos otros sistemas.
Estos productos se definen a sí mismos como productos no sanitarios, las agencias reguladoras no se manifiestan en contra, mientras no se atribuyan propiedades específicas de productos sanitarios o medicamentos.
En realidad no se atomiza nada (el nombre comercial de «atomizadores» viene dado por las primeras patentes, que no son como el producto que se vende actualmente). Lo que hacen es calentar una sustancia para convertirla en vapor, sin combustión. La «sustancia» suele ser Propilenglicol en unos casos, y Glicerina en otros, o mezcla de ambos. Estas sustancias están reconocidas por la propia FDA como seguras para uso humano, y están presentes en muchos medicamentos y productos alimentarios de consumo habitual.
«La Organización Mundial de la Salud sabe que no hay evidencia científica hasta ahora que confirme que el cigarrillo electrónico sea un dispositivo seguro y eficaz para dejar de fumar», dijo Bettcher. «Aún no se han hecho las pruebas toxicológicas y los exámenes clínicos sobre este producto».
Las nitrosaminas aparecen como producto residual de la extracción de nicotina. También hay nitrosaminas en productos considerados inocuos como los parches y chicles de nicotina. De hecho, algunas de esas nitrosaminas se encuentran en mayores proporciones en esos productos que en los líquidos de los cigarrillos electrónicos.
Los estudios llevados a cabo por Health New Zealand demuestran que la seguridad de estos productos es, como mínimo, comparable a la de los productos de sustitución que se encuentran en el mercado, como chicles, parches o inhaladores de nicotina.
Existen muchos métodos para dejar de fumar: terapias, dosificadores de nicotina (chicles, parches…), hipnosis, acupuntura, etc…. Aunque en determinados casos estos métodos puedan llegar a ser efectivos eliminando la adicción a la nicotina, ninguno de ellos puede con los hábitos del fumador, y por ello es necesaria una fuerte motivación por parte del fumador para conseguir su objetivo de dejarlo.
El Cigarrillo Electrónico es el único método que, al mantener nuestros hábitos, no precisa de una motivación especial para conseguir dejar el tabaco.